¿Quién es Madrecita Antonia?

Corrían los años 60’s en Santiago de Chile, el pensamiento religioso imperante era dogmático y estricto, hasta que aparece en escena Madrecita Antonia, quien fue médium, profeta chilena del siglo XX y líder espiritual, una mujer valiente con el poder de llegar a lo más profundo del corazón con sus revelaciones. Conmovió a masas de personas que estaban en busca de la verdad.

Mujer, madre y esposa que se transformaría en líder espiritual de la Congregación Espiritual Paz y Amor, también conocida como Madrecita Antonia. Nació bajo el nombre de Laura Antonia Alcaíno Pozo, una noche de tormenta, en la ciudad de Rancagua. Una copiosa lluvia, rayos y relámpagos anunciaron su nacimiento el 22 de julio de 1938.

Sus padres, Laura Pozo y Manuel Alcaíno, vivían en Graneros cuando nació la primogénita. Ella disfrutó de esos primeros años de una vida de campo, donde tenía mucha cercanía con granjas y animales. Sin embargo, cuando Antonia entraba en la adolescencia, debido a un revés económico, la familia se trasladó a la comuna de Puente Alto, en Santiago de Chile, donde el padre montó un taller de reparación de calzado.

Desde pequeña vivió experiencias espirituales que anunciaban su misión en la tierra. A los ocho años, Laura Antonia tuvo su primera revelación en sueños. Vio una pirámide luminosa suspendida desde la que emanaba una voz diciendo: “Debes buscar la piedra angular, hasta encontrarla”. Desde entonces, salía con sus amigas a pasear en bicicleta hacia Pirque y buscaba la piedra.

Un día fue de paseo junto a otras familias a la precordillera de Pirque. La pequeña se dedicó a su especial búsqueda y, sin darse cuenta, se había alejado tanto del lugar que llegó el crepúsculo. Las familias recogieron todo y entre el desorden de niños y vehículos, solo se dieron cuenta de su ausencia al llegar a casa. Regresaron de inmediato y comenzaron a buscarla con linternas. Mientras tanto, ella sintió hambre, repentinamente, encontró sobre una piedra un atadito hecho con un paño blanco, que contenía unas tortillas de pan amasado, huevos duros y sal. Habiendo saciado su apetito, muy tranquila buscó un lugar para descansar y encontró entre los arbustos una especie de cueva, donde se durmió. En medio de la desesperada búsqueda, un haz de luz señaló el lugar exacto donde estaba la niña en medio de los arbustos. Encontraron a Laura Antonia profundamente dormida. Durante los próximos meses comprendió que esa piedra angular era algo que vivía dentro de ella.

Estas experiencias le valieron el rechazo de su madre, quien veía los comportamientos de su primogénita con recelo. Tampoco contó con la comprensión de sus hermanos, dos hombres y una mujer, con quienes le resultaba difícil compartir. Excepto por su padre, quien fue siempre comprensivo y amoroso con ella, su entorno familiar le fue antagónico. No supieron comprender las cualidades y dones de la niña.

Al terminar la enseñanza media, conoció a su marido Mario Núñez, él era electricista y trabajaba en el mantenimiento del hospital San José. Tan pronto se casaron, la familia comenzó a agrandarse, naciendo sus seis hijos.

En la primavera de 1967, el 2 de octubre, cuando los ciruelos en flor traían esperanzas al grisáceo paisaje Santiaguino, Antonia compartía un té con cuatro de sus amigas, ellas se habían convertido en sus íntimas confidentes que buscaban consuelo en los consejos y sabiduría de Laura Antonia.  Cuando ocurrió un hecho inusual, se desvaneció frente a sus amigas, a los pocos segundos se reincorporó llena de una nueva energía, lo que marcaría su primer trance mediúmnico. Entonces, el espíritu que se identificó como Fray Martín de Porres, fraile domínico de la época del virreinato peruano, habló a través de la Madrecita Antonia con voz de hombre, diciendo: “Por voluntad del Divino Padre y del Maestro Jesús, había sido enviado a fundar el Centro Espirita Paz y Amor para hacer llegar, por intermedio de la “Hermanita Antonia” la verdadera palabra de Dios a la humanidad en la era del Apocalipsis”. Luego, el maestro instruyó que se juntaran a rezar todos los jueves, en una cadena de oración dedicada al Creador. Al despertar, Laura Antonia no recordaba lo ocurrido.

Fue en ese momento que Laura Antonia se convirtió en la “Hermanita Antonia” y creó el “Centro Espírita Paz y Amor”.

Tras esta primera incorporación, otros espíritus se presentaron para transmitir a través de la hermana Antonia su mensaje.

El 20 de abril de 1972, el Centro Espírita Paz y Amor, obtuvo la personalidad jurídica, teniendo como dirección la calle Caliche 972, en la comuna de Recoleta. Ese mismo año se publicaría en forma autogestionada la “Revista Astral”, conteniendo las primeras profecías de la Madrecita Antonia.

En los años siguientes, el centro espiritual, que en 1975 cambiaría su nombre a “Congregación Espiritual Paz y Amor” siguió en constante trabajo, a pesar de que con el tiempo su salud se fuera deteriorando poco a poco, por consecuencia de las constantes incorporaciones mediúmnicas durante más de treinta años y las exigencias de tantos años liderando el grupo espiritual hicieron mella en su cuerpo, lo que en el transcurso de los siguientes cuatro años la dejó postrada y terminó con su vida terrenal, el 24 de diciembre de 2003.

Son muchas las obras, profecías y enseñanzas que esta extraordinaria mujer dejó, siendo su más importante legado el Evangelio Eterno, la verdadera palabra de Dios, en su pureza original, tal como han traído todos los Profetas a través de la historia, y tal como lo anunció Jesús. Ella fue el Espíritu Consolador, por lo que su Mensaje Divino será reconocido por las futuras generaciones.