¿Qué es la reencarnación?
“Existe, hermanos míos, la Eterna Transformación, pero la Muerte no ha existido ni debe existir jamás. Y hoy, han sido rotas esas cadenas, en las que son presos los que las fabricaron. Están derretidas las trabas de hielo, y abiertos los caminos a la Vida; sin oír más a los insensatos que sostienen que es necesario vivir sólo la vida de la Tierra”. (Maestros)
En nuestra sociedad de hoy, existe un desconocimiento total de las Leyes Divinas, que rigen la vida del hombre en la tierra. Una ley que toda persona debe conocer es la Ley de la Reencarnación. Establecida para todos los espíritus, nos manda a nacer una y otra vez en distintas épocas, esto por la Justicia del Divino Padre, que da a cada cual según sus obras. En las sagradas Escrituras de la Biblia, existen muy pocos pasajes que hablan de esta ley, esto porque el hombre a través del tiempo, se ha encargado de tergiversar o hacer desaparecer las enseñanzas que hablan del tema.
En los evangelios de los Apóstoles del Maestro, se puede encontrar en Juan 3.1, Mateo 11.11, Juan 8.58, y en el Antiguo Testamento; Daniel 12.13, Malaquías 4.5
Cuando cometemos errores, se van acumulando. Son tomados por la ley de karma, que no es más que la ley de Justicia del Divino Padre, causa y efecto. “Con la vara que mides serás medido”.
El hombre viene con la misión de “Progresar Espiritualmente” debe enfrentar la vida, con el conocimiento que ha adquirido, la experiencia le enseña, a no cometer los mismos errores. Se suma entonces las duras pruebas que pone el karma en su vida, que son deudas que deben purificarse, pues este planeta es tanto una escuela para el espíritu, como un lugar de expiación.
Todos en nuestra actual existencia estamos recogiendo lo que sembramos en nuestra vida anterior y a la vez estamos sembrando lo que recogeremos en la próxima.
Cuando nacemos, traemos un destino trazado, poco a poco se va cumpliendo. Una vez que adquiere conciencia, el mundo le obliga a seguir la corriente, pero su vida será en parte el fruto de su destino ya escrito y también del esfuerzo que realiza por superar sus vicios, sus pasiones. De más está decir, que quien no realiza esfuerzos de superación, se hundirá en el caos de esta humanidad.
El Divino Padre Creador, Dios Todopoderoso, es un Ser justo, lleno de amor, porque a todos nos da infinitas oportunidades, para encarnar y progresar. Muchos espíritus nos llevan la delantera, y son aquellos que vuelven en calidad de “Maestros” para enseñarnos el camino a recorrer. Ellos vienen de mundos superiores, y también nacen en la tierra como Misioneros del Progreso y como Profetas.
Existe un libro magnético en el astral en donde queda toda nuestra vida registrada. Lo bueno y lo malo. Al dejar esta vida, y el cuerpo físico, nos llevamos sólo las obras, es decir, la historia de nuestra vida la pesamos en la balanza de la justicia, y si esta se inclina más hacia las malas obras, entonces por ley de justicia deberemos seguir encarnando y sufriendo, hasta lograr la evolución espiritual. Si, por el contrario, la balanza se inclina más hacia las buenas obras, entonces este espíritu asciende en progreso y sabiduría, y merece avanzar a superiores mundos de belleza, de paz y amor.
Los principales obstáculos que tenemos en nuestras vidas, son el orgullo y el egoísmo, los cuales retrasan al hombre en su progreso espiritual y no le dejan avanzar. Por el orgullo el hombre siempre tendrá problemas con los hombres y principalmente con Dios, porque no podrán llegar a Él.
La reencarnación formó parte de las creencias de los primeros cristianos, de esto aún quedan algunos registros en la Biblia. Se proscribió el concepto de reencarnación en los tiempos del emperador Constantino, donde se hizo corregir y editar los libros de la biblia. En el año 325 DC en el concilio de Nicea, los religiosos de la época tomaron estas decisiones, por lo tanto, los escritos que hablaban de la reencarnación fueron desechados.
Muchos años después, en el 543 DC algunos cristianos aún mantenían la creencia en la reencarnación, razón por la cual el segundo concilio de Constantinopla condenó el concepto de la reencarnación. En el año 553 DC el último emperador romano, Justiniano I, erradicó definitivamente, la idea de la reencarnación.
Sin duda todo lo que hasta hoy conocemos, nos hace tener la convicción plena, de que sólo una vida, es escasa para todo el potencial que como seres espirituales tenemos. Durante los últimos años hemos sufrido una especie de revolución de conciencia. Existe ahora toda una generación de jóvenes que han crecido leyendo y escuchando hablar de experiencias de regresos de la muerte, regresión a vidas pasadas, viajes fuera del cuerpo, apariciones de personas fallecidas y otros fenómenos notables de vida espiritual.
Nuestros antepasados de hace dos mil años y aún de tiempos más remotos, conocían de la reencarnación. Es hora de rencontrar la verdad de esta ley del Divino Padre para comprender nuestra vida, la civilización y los tiempos que estamos viviendo.